Por Rodrigo Quijada
Nos merecemos todo este manoseo, todo este indigno trato de ser arreados como ganado en el Metro, todas estas molestas esperas en paraderos, todos estos vergonzosos viajes apretujados, estas demoras en los trasbordos, estos empujones, estos toqueteos indebidos. Todo, todo este asqueroso manoseo del Transantiago, lo tenemos bien merecido.
El proyecto Transantiago es por lejos el más transparente que ha existido en nuestro país. Durante los últimos años, una cantidad sorprendente de información estuvo disponible en su sitio web, y era muy sencillo, con sólo leer, entender que el proyecto era tal cual como lo vemos hoy.
Esto es el Transantiago. No habrá ajuste relevante. Esto es lo que se planeó y diseñó, llevado a la práctica muy bien. No hubo, como alegan muchos, problemas de implementación importantes en el Transantiago, pues en efecto el proyecto estuvo siempre diseñado de tal manera que sólo la minoría de los buses serían nuevos, en que no habría infraestructura especializada, no habrían “zonas pagas”, no se prometieron nunca reducciones de tiempos de viaje, de espera o de niveles de hacinamiento, porque nada en el diseño permitía hacer esa promesa. El diseño incluyó siempre un fuerte aumento del número de trasbordos, una fuerte reducción de los buses. Esto es Transantiago tal como fue pensado, tal cual como fue informado en el sitio web. ¿Qué derecho tienes a enojarte ahora, a mostrarte sorprendido ahora?
Un proyecto concebido para que entre en un presupuesto ridículo (público también en el sitio web y a través de un CD entregado dos años atrás en un acto público encabezado por Ricardo Lagos), no puede ser de otra manera. ¿Es que acaso nadie lo miró? ¿Nadie sumó? ¿Dónde estuvieron las voces de alerta? Freddy Ponce en otro artículo aquí en MataderoPalma le hecha la culpa a Hacienda, que no soltó el dinero. No pues Freddy! Ni Chiledeportes ni Hacienda se mandan solos. Pero ese no es el punto; el punto es que el presupuesto era absurdo y aún así todos seguían hablando de “proyecto emblemático”. ¡Todos los otros proyectos de transporte de este país contaban con más dinero!
El mea culpa que debería hacer la prensa es monumental, no sólo porque ni se fijaron en el presupuesto, sino por todo el asunto. Yo sigo sin poder entender cómo un par de semanas antes del Transantiago, en el programa Medianoche de TVN, el conductor entrevista al Ministro de Transportes y le pregunta asombrado, “Pero Ministro, ¿cómo es esto de que estamos viendo que están “enchulando” los buses viejos, a efectos de que sigan funcionando dentro del Transantiago?!”. ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Qué clase de periodismo es ese? ¡Por años la documentación oficial y pública del Transantiago dice explícitamente que eso es precisamente lo que se haría!
La prensa ha hecho eco de las barbaridades que profesan las autoridades y ha mostrado un triste nivel de análisis. En el reiniciado Tolerancia Cero luego de la temporada veraniega, Fernando Paulsen enmarca el problema diciendo que esto es lo que se logra cuando un grupo de técnicos encerrados en una oficina haciendo unas simulaciones abstractas, diseñan un sistema de transporte. Santiago habría sido, en pocas palabras, víctima de la tecnocracia. ¡Uf! ¿Con qué evidencia dice eso? Ninguna. Si su programa, su canal, o cualquier canal o medio nacional de peso hubiese entrevistado alguna vez a los técnicos, habría quedado en evidencia todos los múltiples reparos que tenían los especialistas sobre el plan. Nunca lo hicieron. Nunca. La opinión más larga que le vi en todo este tiempo a Marcela Munizaga, Presidenta de la Sociedad Chilena de Ingeniería de Transporte, apareció en un modesto boletín de circulación interna de la U. de Chile. Chuta. ¿A ningún editor periodístico se le ocurrió que tal vez, tal vez, si todo el sistema de transporte público de la capital del país iba a cambiar, no sería interesante entrevistar a alguien como Marcela?
Nos manosean hasta la inteligencia, de verdad. Y es que Paulsen y los suyos no analizan, sólo repiten ideas fáciles. Bachelet dijo en La Tercera que en parte los problemas se explican porque se usaron modelos matemáticos para predecir el comportamiento de individuos. Luego agrega, por supuesto, que ella nunca ha creído que matemáticamente sea posible simular a seres humanos. ¡Por favor! ¿Cómo cree la Presidenta que se hace cualquier estimación de demanda?
Santiago se merece este sistema porque se durmió en la fe. Fe en frases hechas, fe en el rol fiscalizador de la oposición, fe en el profesionalismo de la prensa, fe en que se puede cambiar todo el sistema de buses de una ciudad de 5,5 millones con montos absurdos, fe en que “las instituciones funcionan”. Todo ha sido un tongo. Y la culpa no es ni del gobierno, ni de la prensa, ni de Zamorano. Es nuestra. Es de los que en pleno siglo 21 creen que uno se puede quedar en la casa esperando que el Estado funcione bien solito, sin la vigilancia ciudadana, sin ojos encima que se aseguren que las cosas se están haciendo bien.
A fin de cuentas, esta enorme decepción llamada Transantiago no es más que la expresión máxima de la debilidad de nuestra democracia; una que tiene ciudadanos desinvolucrados, pasivos, periodistas que en vez de preguntar, leer e investigar, repiten como loros, gobiernos que en vez de escuchar a los técnicos los ridiculizan. Hemos dejado que esto ocurra, hemos dejamos que nos empezaran a manosear, y ahora es absurdo quejarse. Así que ¡manoséame, Transantiago, manoséame!
El proyecto Transantiago es por lejos el más transparente que ha existido en nuestro país. Durante los últimos años, una cantidad sorprendente de información estuvo disponible en su sitio web, y era muy sencillo, con sólo leer, entender que el proyecto era tal cual como lo vemos hoy.
Esto es el Transantiago. No habrá ajuste relevante. Esto es lo que se planeó y diseñó, llevado a la práctica muy bien. No hubo, como alegan muchos, problemas de implementación importantes en el Transantiago, pues en efecto el proyecto estuvo siempre diseñado de tal manera que sólo la minoría de los buses serían nuevos, en que no habría infraestructura especializada, no habrían “zonas pagas”, no se prometieron nunca reducciones de tiempos de viaje, de espera o de niveles de hacinamiento, porque nada en el diseño permitía hacer esa promesa. El diseño incluyó siempre un fuerte aumento del número de trasbordos, una fuerte reducción de los buses. Esto es Transantiago tal como fue pensado, tal cual como fue informado en el sitio web. ¿Qué derecho tienes a enojarte ahora, a mostrarte sorprendido ahora?
Un proyecto concebido para que entre en un presupuesto ridículo (público también en el sitio web y a través de un CD entregado dos años atrás en un acto público encabezado por Ricardo Lagos), no puede ser de otra manera. ¿Es que acaso nadie lo miró? ¿Nadie sumó? ¿Dónde estuvieron las voces de alerta? Freddy Ponce en otro artículo aquí en MataderoPalma le hecha la culpa a Hacienda, que no soltó el dinero. No pues Freddy! Ni Chiledeportes ni Hacienda se mandan solos. Pero ese no es el punto; el punto es que el presupuesto era absurdo y aún así todos seguían hablando de “proyecto emblemático”. ¡Todos los otros proyectos de transporte de este país contaban con más dinero!
El mea culpa que debería hacer la prensa es monumental, no sólo porque ni se fijaron en el presupuesto, sino por todo el asunto. Yo sigo sin poder entender cómo un par de semanas antes del Transantiago, en el programa Medianoche de TVN, el conductor entrevista al Ministro de Transportes y le pregunta asombrado, “Pero Ministro, ¿cómo es esto de que estamos viendo que están “enchulando” los buses viejos, a efectos de que sigan funcionando dentro del Transantiago?!”. ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Qué clase de periodismo es ese? ¡Por años la documentación oficial y pública del Transantiago dice explícitamente que eso es precisamente lo que se haría!
La prensa ha hecho eco de las barbaridades que profesan las autoridades y ha mostrado un triste nivel de análisis. En el reiniciado Tolerancia Cero luego de la temporada veraniega, Fernando Paulsen enmarca el problema diciendo que esto es lo que se logra cuando un grupo de técnicos encerrados en una oficina haciendo unas simulaciones abstractas, diseñan un sistema de transporte. Santiago habría sido, en pocas palabras, víctima de la tecnocracia. ¡Uf! ¿Con qué evidencia dice eso? Ninguna. Si su programa, su canal, o cualquier canal o medio nacional de peso hubiese entrevistado alguna vez a los técnicos, habría quedado en evidencia todos los múltiples reparos que tenían los especialistas sobre el plan. Nunca lo hicieron. Nunca. La opinión más larga que le vi en todo este tiempo a Marcela Munizaga, Presidenta de la Sociedad Chilena de Ingeniería de Transporte, apareció en un modesto boletín de circulación interna de la U. de Chile. Chuta. ¿A ningún editor periodístico se le ocurrió que tal vez, tal vez, si todo el sistema de transporte público de la capital del país iba a cambiar, no sería interesante entrevistar a alguien como Marcela?
Nos manosean hasta la inteligencia, de verdad. Y es que Paulsen y los suyos no analizan, sólo repiten ideas fáciles. Bachelet dijo en La Tercera que en parte los problemas se explican porque se usaron modelos matemáticos para predecir el comportamiento de individuos. Luego agrega, por supuesto, que ella nunca ha creído que matemáticamente sea posible simular a seres humanos. ¡Por favor! ¿Cómo cree la Presidenta que se hace cualquier estimación de demanda?
Santiago se merece este sistema porque se durmió en la fe. Fe en frases hechas, fe en el rol fiscalizador de la oposición, fe en el profesionalismo de la prensa, fe en que se puede cambiar todo el sistema de buses de una ciudad de 5,5 millones con montos absurdos, fe en que “las instituciones funcionan”. Todo ha sido un tongo. Y la culpa no es ni del gobierno, ni de la prensa, ni de Zamorano. Es nuestra. Es de los que en pleno siglo 21 creen que uno se puede quedar en la casa esperando que el Estado funcione bien solito, sin la vigilancia ciudadana, sin ojos encima que se aseguren que las cosas se están haciendo bien.
A fin de cuentas, esta enorme decepción llamada Transantiago no es más que la expresión máxima de la debilidad de nuestra democracia; una que tiene ciudadanos desinvolucrados, pasivos, periodistas que en vez de preguntar, leer e investigar, repiten como loros, gobiernos que en vez de escuchar a los técnicos los ridiculizan. Hemos dejado que esto ocurra, hemos dejamos que nos empezaran a manosear, y ahora es absurdo quejarse. Así que ¡manoséame, Transantiago, manoséame!
6 comentarios:
Excelente, me gustaría agregar una reflexión: Siempre se ha dicho que "en democracia, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen"... esto se podría extender a la situación actual y decir que: "en democracia, las ciudades tienen los sistemas de tranporte público que se merecen"...
triste, pero cierto.....
Perdon, pero si hubo un error grave de implementacion: la no operacion del sistema de gestion de flota a traves de GPS que permite no solo controlar la frecuencia de los buses, sino tambien conocer en tiempo real la cantidada de pasajeros de un bus determinado.
Esto permite, entre un sinfin de posbilidades, hacer ajustes en tiempo real de la velocidad de los recorridos como tener informacion real (datos duros a traves del sistema de pagos via Bip), que permitirian detectar donde es necesario suprimir los recorridos, cuales son las zonas criticas del sistema (no solo las que muestran los medios).
El resto casi completamente de acuerdo, si paulsen es de los que al menos se informa antes de hablar, que queda para el resto.
Un analisis de porque no ha funcionado en plataformaurbana
Estoy en total desacuerdo con lo planteado en lo relativo a culpabilizar al ciudadano de a pie acerca del fracasado Transantiago. Es la misma mirada usada durante años en este país acerca de los detenidos arbitrariamente por sospecha....... algo abra echo.... transformando a la víctima del abuso en victimario de sí mismo y al mismo tiempo excusando al responsable del abuso.
Las máximas autoridades del Ejecutivo son las responsables de esta debacle ya que ellas tomaron las decisiones y tienen nombre y apellido Lagos en el diseño y Bachelet en la implementación. Por otra parte son los presidentes quienes conforman sus equipos de trabajo hasta el nivel de subsecretarios por algo son cargos de confianza del presidente se "designan".
Por otra parte siempre existe la fe y confiadamente se delega en todo sistema, tan elemental como cuando uno se sube a un bus se tiene fe y confianza en que el chofer es un profesional y sabe manejar sino nadie se dormiría en un viaje y resultaría un caos que todos los pasajeros lo presionaran y le dijesen que tiene que hacer.El chofer es supervisado por otra instancia y el usuario a lo más puede hacer un reclamo al supervisor.
Aquí tampoco pueden evadir su responsabilidad los técnicos bien sean asesores o definitivamente políticos-técnicos o tecnócratas como normalmente son llamados ya que ellos son en definitiva los expertos que recomiendan en base a su propio conocimiento ó know how comprado las distintas alternativas viables, aquí lo más seguro es que hay profesionales ingenieros que callaron frente a los errores o no los dimensionaron o actuaron irresponsablemente.
Aquí fallo tanto los público como lo privado y por parte de los privados indudablemente son Navarrete y Sonda los que se llevan las máximas responsabilidades.
Con relación a la democracia que vivimos es una pobre democracia en la cual las élites actuales se mantienen gracias al sistema presidencialista binominal el cual permite elegir entre el malo y el menos malo, porque creen Uds. que no cambian el sistema.
En relación con los periodistas estos se ven obligados a seguir la línea editorial del medio en el cual trabajan o se quedan sin pega y la línea editorial de los medios está determinada por los propietarios de los medios. Por último el manoseo comenzó hace años cuando la diferencia era motivo de sospecha y se quizo ordenar y uniformizar a la población, todavía se pretende lo mismo pero con medios mas sutiles una zanahoria chica y un garrote grande. Vencer el miedo para levantar la voz y exigir derechos todavía es un crimen este país lo cual te lleva directamente a la marginalidad.
Todo lo dicho son solo ideas. Nada concreto. Si realmente quiere saber la verdad de este maldito cuento que me tiene al borde de la depresion, entonces lea lo siguiente: (ojo! fue publicado en octubre de 2006).. http://colombia.indymedia.org/news/2006/10/49983.php
Y al final nadie está conforme con nada...
kurotashiO!
Despues de más de 2 meses el artículo de Quijada se confirma como una triste, pero certera realidad, incluso peor: los recursos que habrian ayudado a tener infra decente se empiezan a quemar en los pagos mensuales para mantener el sistema.
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