Por Francisco Martínez Concha (1)
La segregación espacial reproduce la inequitativa distribución del ingreso y la perpetúa, especialmente en mercados desregulados. La causa de esto se encuentra en que los hogares perciben que las oportunidades –culturales, laborales, sociales, etc.- dependen del colegio donde estudiaron y de sus relaciones sociales, ambos factores relacionados directamente con su localización residencial. Donde esto ocurre el mercado se encargará de segregar, en cuyo caso cabe preguntarse qué hacer, es decir, qué políticas públicas debiesen aplicarse.
Estudios recientes muestran la altísima correlación entre los ejecutivos de alto nivel y los colegios en los que estudiaron. En particular destaca la casi nula participación en este segmento de ex-alumnos de colegios subvencionados o municipalizados; tendencia que no se observaba en estadísticas del pasado. Por otra parte, los colegios privados están concentrados en torno a las comunas de mayores ingresos (el 50% de colegios privados se encuentra en las comunas del sector oriente de Santiago, donde habita sólo el 13% de la población). Así, el índice de éxito “ejecutivos alto nivel” se asocia directamente a ciertas localizaciones en la ciudad. Otro dato interesante de nuestros propios estudios sobre el mercado urbano proviene del cálculo de la disposición a pagar por metro cuadrado de suelo en diferentes lugares de Santiago. Se concluye que (en promedio) un 30% de las variaciones de este valor en la ciudad corresponde a la valoración del hogar por el mayor nivel de ingreso de los residentes en el barrio.
Estos dos argumentos grafican el grado en que los hogares valoran las oportunidades asociadas al entorno de su residencia.
El otro elemento importante es el rol del mercado. La regla que opera es vender o arrendar al mejor postor, es decir, quien ofrece más por un bien inmueble. Notar que lo que nos importa para analizar oportunidades y segregación es quién reside en una localización, no quién es el propietario. Esta regla es el principal instrumento segregador por dos motivos: quien tiene mayor ingreso naturalmente puede invertir más en el futuro, es decir, pagar un valor mayor del suelo por las oportunidades que en el futuro harán rentable esa inversión; segundo, a mayor concentración de oportunidades, es decir de riqueza, mayor es su valor asociado y, en consecuencia, mayor es el precio del suelo. Ambos efectos conducen naturalmente a la segregación espacial vía diferenciación del precio del suelo.
Ahora bien, es fácil reconocer que si todos los hogares fuesen idénticos, ni la regla del mejor postor ni la maximización de las oportunidades tendrían un efecto final de segregación espacial, ya que todas las zonas tendrían idénticos precios y oportunidades. Esto demuestra nuestra tesis de que una consecuencia “natural” de la inequidad en la distribución del ingreso es la segregación espacial y la persistencia de ésta en el tiempo.
¿Qué hacer? Lo esencial es convenir que la segregación espacial genera inequidad en las oportunidades, cuya magnitud se refleja en el mayor valor del suelo y la concentración de riqueza en las zonas pudientes. Luego hay que definir políticas urbanas orientadas a moderar o compensar esta situación, las que pueden ser de diversa índole. Una es modificar la política de desarrollo de vivienda social para evitar la concentración espacial de la pobreza. Otra es generar incentivos a la localización de actividades de educación, comercio, servicios y manufactura, de manera de acercar fuentes de empleo y desarrollo a las zonas de bajo nivel socioeconómico. Una tercera es la política de subsidios de renovación urbana orientados a generar desarrollo inmobiliario en zonas deterioradas.
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(1) Profesor, División Ingeniería de Transporte, Universidad de Chile.
Artículo originalmente aparecido en revista Prourbana
jueves, junio 15, 2006
Distribución del Ingreso y Segregación Espacial ¿Qué hacer?
Etiquetas:
Equidad,
Políticas públicas,
Urbanismo
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1 comentario:
hola esta muy bueno el tema
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